La Patata Tórrida


¿PUEDE HABER EN EL MUNDO ALGO MÁS DESPRECIABLE QUE LA ELOCUENCIA DE UN HOMBRE QUE NO DICE LA VERDAD?
Thomas Carlyle


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miércoles, 2 de marzo de 2011

John Galliano, un necrófilo de estirpe moderna. Expulsado de la casa Dior por sus declaraciones antisemitas.



El notable artista inglés, empleado reputado  de Dior,  es el prototipo perfecto del necrófilo descrito a partir de las teorías freudianas  de la primera mitad del siglo XX, y las innovadoras experimentaciones de Eric Fromm  años más tarde. John Galliano, amante de la muerte  y de sus ejecutores más violentos (léase su amor por Hitler), padece, sin duda, de un desarreglo psíquico que lo coloca en un rango potencialmente peligroso  para el normal desarrollo de la convivencia civilizada. No en balde, el diseñador fue sorprendido diciéndole a dos mujeres francesas, a las que, presumiblemente, tomó como judías: "Gente como ustedes estarían muertos hoy - sus madres, sus antepasados serían metidos a la cámara de gas". A esto se agregó un video en el que asegura “adorar a Hitler”, lo que trajo una explosión de reacciones  en su contra  que terminó con su despido definitivo de la casa de alta costura Christian Dior.
Probablemente, una auscultación rigurosa sobre la personalidad de Galliano, nos daría la clave del origen de sus devaneos racistas.  Debido a que negó tajantemente sus dichos antisemitas en un café parisino, circunstancia en que algunos testigos aseguraron que estaba algo ebrio, parece ser que este hombre iluminado del arte, tendría una nebulosa mental que lo haría olvidar sus agresiones verbales con la misma facilidad con que oculta su verdadera naturaleza, al amparo de su formidable capacidad creadora. Es notable comprobar cómo este necrófilo posee todas las características que dibujan la enajenación de los amantes de la muerte, tales como los dictadores o asesinos más crueles. Si bien es cierto, este hombre no ha cometido crimen alguno, lo concreto es que si no fuera porque transforma sin saberlo, sus energías destructoras en un desborde generoso de acción productiva, es probable que bajo otra condición ciudadana lo viéramos enarbolando pancartas contra los inmigrantes o encabezando movimientos fascistas en cualquier calle de Europa. Desde luego, siguiendo la interpretación de los psicoanalistas, y los códigos de la necrofilia, su color favorito es el negro; amante del orden hasta las últimas consecuencias, su arte se basa en  los datos  que ostentosamente le ofrece la antigüedad clásica. Como genio del diseño de la alta costura, su amor por el retrato de los períodos históricos, constituye el sello de su estilo, que mira al pasado como si quisiera levantar a los muertos de sus tumbas. Tiene un amor genuino por la belleza física, la que él contrasta violentamente con la fealdad concurrente de un entorno normal, y a la que es capaz de rechazar en público. Posee un rostro severo y ceñudo que se expresa en una constante mueca de desprecio que, inequívocamente, transita hacia el fastidio, como si estuviese oliendo heces. Así, y vistiendo de negro, se presentó a la policía de París la mañana que fue detenido por sus declaraciones antisemitas. Bien, todos estos elementos descriptivos de la personalidad de John Galliano, concurren a la exposición de lo que los psicoanalistas denominan necrofilia, a la que se suman el narcicismo y una suerte de fijación incestuosa en la madre. Aunque dichos elementos pueden estar adormecidos en el artista, conforman una aproximación psicológica inexcusable. Las crónicas dicen que su  interés por la moda nació bajo la insistencia de su madre  – el hilo conductor de una estructura anómala-, una andaluza  llamada Anita, que se desvelaba por que su hijo vistiera de modo impecable los días domingo; y que luego, lo llevó a elegir su destino como diseñador, con todo el peso de su influencia. El supuesto narcicismo estaría demostrado en el deleite que le provoca  a Galliano, su propia obra como espectador en las pasarelas, en un acto  maravilloso de transposición de su ego. Eso sugieren las escasas noticias sobre su desarrollo como persona, lo que apenas alcanza para dibujar el enigma de una estructura mental que hoy, no constituyendo una rareza, nos perturba –y nos asusta como ciudadanos del mundo.

NataliePortman, rostro de Christian Dior, ganadora 
de un Oscar a la mejor actriz en Black Swan, asqueada,
aseguró: "No me asociaré al señor Galliano de ninguna
manera".

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